Trato, trato en lo posible de ser algo en la vida. Aunque se
me niega todo y, termino donde comencé, sin encontrar una salida. A veces hay
indicios que me confunden y por confundido acelero, solo para darme cuenta de
que mientras más me esfuerzo, más duro es la caída.
Entonces cambio de estrategia, y me pongo a leer poesía. Sin embargo. una cosa es lo que yo leo y otra muy distinta lo que ellos decir querían.
Los grandes poetas no decían lo que dijeron cuando su poema escribían. Siendo
ellos tan sabios, cómo por ejemplo, no podían darse cuenta de que el cielo,
invariablemente de su color: no siente ni tristeza ni alegría. Que el lirio no
está rebosante de optimismo cuando florece ni la orquídea pesimista en su desidia.
Pero leer sirve de algo, aunque tan solo leer no te salva ni
te condena. La lectura me hace ver el mundo desde diferentes perspectivas,
porque de quienes leo, su manera particular de ver el mundo es lo que me cautiva.
Cada cabeza es un mundo, y cada circunstancia es una poesía.
Así que leer me ha enseñado, al menos a mí, de que cuando
veo un lirio triste no es el lirio quien está triste sino yo a causa de una
particular desdicha. Y de que cuando veo a una orquídea y digo: que hermosa,
que radiante, soy yo quien está pasando por una buena racha. Porque nunca veras
al deprimido, por ahí por los jardines, tomando fotografías. ¡No es tan fácil la
vida!
Si la vida fuera así de fácil, el insomnio no existiría. Dormiríamos
seis, siete, ocho horas; sin importar si es de noche o es de día. Nuestro
reflejo es el que se manifiesta, en lo que suponemos que está pasando a nuestro
alrededor. La primavera será primavera siempre en mayo, y no en diciembre
cuando la lluvia no es necesaria ni bienvenida.
Trato de sacar lo bueno de esta pandemia. A fin de cuentas
es el presente y es la cuarentena la que rige nuestros días. Lo complejo es que
al parecer nadie tiene a la mano lo que necesita o lo que te es ajeno es lo que
te priva. Aquí en Arabia, donde estoy: claustro; no hay vino ni pornografía.
Eso sí, hay dinero en la cuenta, para hacer el chiste más cruel todavía. Que
diferente fuera que yo estuviera en mi tierra, y no aquí en el exilio: donde te
sientes en cuarentena aun cuando vida normal había.
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