jueves, 23 de julio de 2015

Preferencia y elección

Puedes elegir seguir leyendo o quizá prefieras dejarlo hasta aquí. Suena polémico y lo es. La advertencia no es accidental.

Toda decisión conlleva a una elección. Toda elección conlleva una preferencia. Yo te elijo porque con determinación o por descarte te prefiero respecto a la otra(s) opción(es). Pudiera darse el caso (pasa mucho sentimentalmente) en el cual te prefiero, más no te elijo.

Yo preferiría vivir en Venezuela, pero elegí emigrar. Fue una decisión forzada en su momento, producto de otra decisión extemporánea. A fin de cuentas lo que elegí fue no seguir trabajando en PDVSA. Y con ellos nada es fácil, aunque digan que son puro amor: mi nombre en una lista negra y la expulsión de su paraíso rojo; tal cual pecador, vendepatria y traidor. La arrogancia juega para el otro equipo, por eso nunca diría que lo que me hicieron fue un favor.

“Si renuncias a nosotros te lo haremos pagar”. No buscan convencerte, sino asustarte.

“Te cerraremos cada puerta, no habrá vuelta atrás”. La amenaza como arma favorita.

“Fíjate como están quienes cometieron la misma estupidez que tu”. El desprecio al prójimo te eriza la piel. Son dueños del poder y lo confunden con la verdad.

Ha pasado tanto tiempo y aún no olvido ese día. ¡Quizá porqué no quiera hacerlo! Se me borró de la mente el catorce de junio del noventaynueve. En cambio, el veintiocho de diciembre del dosmilsiete prevalece. A estas alturas no se trata de: ¿sí hice lo correcto o no?, a veces el tiempo nunca tiene la razón. El trauma no fue fácil, trajo consigo manías y desconfianza. Las pesadillas no tenían nada que ver con mostros o muertes sino con arranques de planta y no hablaba dormido sino que escuchaba conversaciones por radio que solo tenían cabida en mi imaginación.

Los lugares comunes abundaban. La diáspora del dosmildos conseguía eco en mi situación. Una especie de repetición de aquel bochornoso capitulo. Las segundas partes nunca fueron buenas y en mi caso ni siquiera fue relevante. No odiar ni juzgar era mi divisa. Fue lo que me impuse como condicionante. No ser igual que ellos era mi imposición.

¿Y la familia? Tragó grueso. Nunca hubo un señalamiento, un regaño, una reclamación. Todo lo contrario; apoyo, solidaridad y consideración. De las amistades que dejé allá: colegas, paisanos, vecinos, cuasihermanos; todos tendrán su propia versión de la migración. Nunca faltará un patriota que vio mi decisión con malos ojos, pero elijo la otra parte de la manzana. No faltó quien con una mirada me dijera que nada fue igual desde que nos fuimos, que lo que yo extrañaba lo añoran los que se quedaron también.

Quiso el destino que así fuera. Cada elección conlleva responsabilidad. Trato en lo posible de que lo que yo prefiera no haga daño a alguien más. Ni héroe ni villano; ni ganador ni perdedor; ni fracasado ni exitoso; ni mediocre ni excelente; ni altruista ni egoísta; siempre habrá alguien mejor que yo. Solo soy un precedente, una historia a medio terminar, un pretexto ocasional.