jueves, 15 de diciembre de 2016

Medio maratón en dos cuartillas

Km 0.- Me apoyo en mi preparación, para convencerme de que terminaré según lo estimado. Los últimos dos meses corrí en promedio semanal 40 kilómetros, así que todo apunta a que debo terminar la media maratón sin colapsar. Sin embargo, la duda está allí. Uno que otro fantasma acecha. Desconfío de mi cuerpo: cosas de principiantes. Controlar la ansiedad manteniendo el ritmo que he entrenado es muy importante porque lo emocional suele jugar malas pasadas.



Km 1.- La salida resulta atropellada. Estoy más preocupado por no tropezarme que por avanzar. Verifico que todo esté en orden. Siento que el corazón va más rápido que las piernas. Quién de estos que ahorita va a mi lado correrá a mi ritmo, me pregunto.



Km 2.- ¡No quiero cometer una novatada! Mi enfoque es: contener el ímpetu. Las piernas están frescas y la adrenalina te invita a acelerar. Correr es un continuo conflicto entre lo físico y lo mental. Hay corredores que me adelantan y otros a los que adelanto. Hay margen para apurar un poco el paso y asentarme en el ritmo de carrera previsto.

Km 3.- El paso queda establecido y el pelotón se ha comenzado a dispersar. Me uno a un pequeño grupo que mantiene un paso de 4.30 min / km. Son de aspecto y acento estadounidense; no paran de conversar y de darle miradas al reloj. Yo no llevo reloj de pulsera, sino que corro con una aplicación (runtastic) en el teléfono (que llevo en mi brazo izquierdo) y que me dice con voz de gps el paso a cada kilómetro.



Km 4.- Recuerdo que cuando comencé a correr, algunas veces a media sesión se me desamarraba una de las trenzas y tenía que parar. ¡Que desagradable! Ahora eso no me preocupo porque uso cordones para correr y además aprendí a hacer un amarre que es al ciento confiable. ¡Gajes del oficio!
Km 5.- Nos acercamos a un cuarto del recorrido y me siento estupendo. Hacer proyecciones a futuro no es un buen augurio. Así que trato de relajar los brazos desde el hombro hasta la punta de los dedos y me dejo llevar.

Km 6.- ¿Será que termino la carrera a este paso? El liceo done cursé bachillerato quedaba a unas seis cuadras de la casa, así que me iba caminando. Camino al Liceo, previo a un examen importante para el cual había estudiado lo suficiente, de repente me invadía esa sensación de tener la mente en blanco y me estremecía. Cuando recibía la prueba y comenzaba a desarrollar la primera pregunta todo se volvía a aclarar. ¡Hoy es un día de esos!

Km 7.- ¡La preparación lo es todo!, en cualquier reto que tengamos que afrontar. Completamos el primer tercio de la ruta y contengo esas ganas de acelerar.

Km 8.- Hace rato dejé de pensar en la distancia completa. Me resulta más relajante tomar como referencia intervalos o fracción. Un cuarto, un tercio, la mitad, dos tercios, tres cuartos…

Km 9.- Cada kilómetro cuenta. Me digo a mi mismo: ¡corre!, que algo queda.

Km 10.-  44 minutos, dándole. ¡Cuerpo y mente en la misma página!

Km 11.- Cada paso cuenta. La técnica me es de gran ayuda porque evito sobreesfuerzos innecesarios. La mecánica la he perfeccionado a conciencia durante los entrenamientos. No solo las piernas, el torso; como la respiración (un, dos, tres: inhala. Un, dos: exhala). El aguante que ahora me sobra lo voy a necesitar en la recta final.

Km 12.- Alguien con una franelilla roja que dice Chile nos adelanta como una centella. Digo “nos” porque incluyo al grupito que va delante de mí, al que yo sigo deliberadamente a pocos pasos de distancia. Es muy temprano para rematar: él sabrá lo que hace. Digo “centella” porque quienes vamos corriendo ya hemos acumulado cierta fatiga y hace que la percepción de cuanto sucede a nuestro alrededor cambie.



Km 13.- Nos acercamos al segundo tercio de la carrera. En ello me enfoco.

Km 14.- ¡Dos tercios! Inhalo una gran bocanada de aire que me sabe a algo más. El cuerpo humano pareciera agradecérmelo. Es agradable sentir como todo tu organismo te recompensa el esfuerzo.

Km 15.- Más de una hora corriendo ininterrumpidamente. Cuando me siento a leer, igual, puedo estar más de una hora leyendo sin parar. No falta quien me pregunte cómo puedo estar más de una hora leyendo o corriendo. Loco me dicen, el extraño, el que está de a huevo. "Freak, yo".

Km 16.- Comienza a sonar “Beast of burden” de los Rolling Stones (I've walked for miles my feet are hurting…) y me viene a la mente Cassius Clay como recurso: “entrena como una bestia de carga y vivirás como un campeón”.

Km 17.- El chileno (asumo su nacionalidad) jadea y aunque trata de mantener el ritmo de quienes le hemos dado alcance, es cuestión de metros para que se quede rezagado y otros, muchos otros, que vienen detrás también le adelanten. Quemó las energías antes de tiempo y su calvario apenas comienza.

Km 18.- Pasamos por una vereda y en la grama del jardín de una de las casas hay alguien sentado viendo pasar a los corredores. Desde que entramos a la zona residencial muchos niños y uno que otro con cámara nos aúpan. Este señor en particular, capta mi atención. Viste una gorra vinotinto con una “V” de Venezuela, de las que usa nuestra selección en el clásico de beisbol. No tendrá idea de que soy venezolano, dado que no llevo ningún accesorio que me identifique. Le doy una mirada sin recibir un gesto siquiera de reciprocidad. Seguramente compartimos muchas costumbres más allá del mapa y su zona en reclamación; las arepas con diablito, el suero saladito; el tequeño con queso chicloso,  la empanada crujiente, la cachapa con mantequilla y una gaita en navidad. Aunque quizá seamos muy diferentes a fin de cuentas. Tal vez él se arropa o usa paraguas cuando llueve, en cambio yo disfruto mojarme. A lo mejor usa protector solar, mientras yo no me avergüenzo del exceso de pecas. Infiero que se puso la gorra de Venezuela porque escuchó que habían venezolanos participando, y yo por omisión más que por otra cosa, en esta ocasión no visto ni la pulsera, ni la gorra, ni la franela, ni el pantalón corto de la vinotinto. Hablamos el mismo idioma y una palabra mía bastaría para conectarnos, pero no dije nada, y ya hace rato que lo dejamos atrás.

Km 19.- ¡Comienzo a rematar!



Km 20.- Este kilómetro lo hice en 4.10 m/km. Tengo energías para apretar aún más el paso. A lo lejos se ve el arco inflable aunque todavía esta ilegible el “finish line”. Erguido, satisfecho, seguro de que nadie me podrá parar. Voy volando, apenas toco el suelo, como impulso para volver a flotar. El paisaje a mi lado se desvanece, los que están parado alrededor del carril de carrera me ven como un mortal, yo en cambio me digo: run Forrest, run. Es cuestión de perspectiva.


Km 21.- ¡Guau! 3.58 m/km. Nunca es tarde para comenzar.