jueves, 13 de mayo de 2010

Un poema y una flor

La flor estaba radiante y hermosa,
El poema parecía del siglo anterior.
La flor y su olor a jardín y fragancia,
El poema y su canto a lo que no valoran hoy.
La flor orgullosa de su romanticismo y color,
El poema y su mensaje a la vida y al amor.
La flor viviendo al máximo su momento cumbre,
El poema apacible, dormitado en su paz interior.
La flor levantando suspiros por donde pasaba, con su traje de ocasión;
El poema sumido en el olvido, incomprendido en su ilusión.
La flor que le exige al poema que la colme de atenciones,
El poema no sabe más que dar musas, convertidas en guitarra y canción.
La flor y su exagerado sacrificio por mantenerse bella,
El poema y su desesperante calma, consumido por la lectura y la meditación.
La flor que se detalla en el espejo buscando la mínima imperfección,
El poema que ignora las apariencias, sin reparo ni intensión.
La flor que duerme con mascarilla para postergar la consumación;
El poema cuando sufre insomnio, amanece rejuvenecido y lleno de pasión.
La flor al pasar los días pierde su encanto y entra en reflexión,
El poema se enamora de lo que ha resultado ser la flor.
La flor se arraiga al poema, por ser el único que en su desdicha le echa una flor;
El poema y su paciencia, han alegrado otro corazón.
La flor con su belleza, el poema con su rebeldía interior.
La flor que aunque se vista de barba y de rojo, sigue siendo flor;
El poema aunque esté bañado de azul cielo, sigue siendo revolución.
Yo quisiera ser poema, para bañar de dicha a quien es ahora una exótica flor.