viernes, 19 de febrero de 2016

Medidas a media




Que hay muchísimos carros en la cola de las estaciones de gasolina para llenar el tanque antes de que aumente.

Que hay quienes comparan estas "medidas de Maduro" con las de CAP y esperan el mismo estallido social.

Que hay quienes piensan que ahora si vamos a comenzar a salir de la crisis.

Que hay quien está más pendiente de que va a ser de su "cupo cadivi", que de la economía en los meses por venir.

Que hay quien piensa que porque capturaron 3, 15, 48... miserables pelagatos corruptos de los Abastos Bicentenario, ahora si se va a acabar la escasez y el desabastecimiento.

Que hay quien se une a la campaña contra la Polar, con el argumento de que la cerveza se consigue en cualquier pueblo y la harina PAN no.

Que van a volver a poner el huso horario de Venezuela igual a como estuvo siempre.

Que en Venezuela, un país donde pasan cosas a diario, increíbles para el resto del mundo; haya gente que dice que todo está normal y remata diciendo que: "somos el país más feliz del mundo".



A esa gente uno no haya que decirle sino contar hasta 10:



1.- Llenar el tanque con gasolina 91 octanos me costaba 2bs, sin embargo, cuando no tenía más sencillo pagaba con un billete de 20 y le decía al bombero que se quedara con el vuelto.

2.- El nuevo precio de la gasolina 91 octanos sigue siendo muy rentable para los contrabandistas. La relación con el precio de la gasolina en Colombia es de 600=1.

3.- Un cafecito guayoyo de esos que venden nuestras "misses" de carretera, cuesta 40 bs, o sea, lo que pagas por 40 litros de gasolina.

4.- El dólar oficial lo suben de 6,30 a 10. Un año se les fue haciendo reuniones y creando motores; muchísimo ruido, para venir con estos pañitos de agua tibia que no son medidas sino más de lo mismo, más discurso que acciones.

5.- Las medidas de CAP que provocaron un estallido social no eran un pañito de agua tibia. Así que no esperen un estallido porque a la gente le subieron la gasolina de 0.07 a 1 bolívar. Un bolívar es nada, menos que nada.

6.- Meten presos a unos cuantos corruptos de la red de distribución de comida, pero ya otros patriotas cooperantes se están frotando las manos con lo que será la nueva designación. Seguirán zamuros cuidando carne. Enroque de Ministros, enroque de ladrones.

7.- La cerveza no se vende a precio regulado, lo que da un margen de ganancia. La harina PAN se vende por debajo del costo, lo que da pérdida. Quizá esa sea la razón.

8.- Vamos media hora para atrás. Las gallinas seguirán recogiéndose a la misma hora, cuando se meta el sol. El gallo no es que va a cantar media hora más temprano, no; no es tan así.

9.- Que hay de todo, pero no hay nada.

10.- No queda más que contar hasta 10.



P.D. La señora María, que nunca tuvo oportunidad de estudiar; por allá por el 2010, con la bonanza petrolera en pleno auge, predecía la crisis que estamos viviendo un lustro después. Su razón era simple: la gente en el campo está dejando de sembrar.

sábado, 6 de febrero de 2016

Cuentos de Mapegadaro


Que durante la adolescencia tengas como entretenimiento dominical montarte en una mapegadaro a dar vueltas por la ciudad tiene que ser cosa de perdedores. ¿Quién va a despediciar un domingo de esa manera?, ¡quien sino yo!

Eran otros tiempos aunque Coro pareciera que no ha cambiado mucho desde entonces. Finales de los 80´s. Internet era un beta, el atari no se daba abasto para tanta gente, Magallanes era un “foul” a la malla y aun no me había enviciado con los caballos. En cambio, los paseos en la camionetica estaban a la mano, literalmente a la vuelta de la esquina. El pasaje salía gratis porque el conductor ̶̶̶ un maracucho bigotudo al que le pisaba la pata ̶̶̶ , solo ponía como condición que le ayudara a lavar “la burra” al terminar la jornada y que nunca me sentara en el puesto del copiloto.

Era un personaje de esos que se autoproclaman ganador, “a lucky guy”, pues. El protagonista de la película, optimista, competitivo, bromista, malicioso y picaflor; que andaba a otras revoluciones comparado con la parsimonia de mis paisanos y, sabía sacar buen provecho de ello. Solía decir con convicción que sus pobres colegas, corianos todos, no es que eran lentos sino que estaban recalentados, porque los otros choferes además de manejar una mapegadaro se rebuscaban matando tigres como: “árbitros de boxeo”, “músicos de tasca”, “banqueros de caballo”, “preparadores de gallos de pelea” o “prestamistas”.

Y así iba yo vacunándome, cada domingo, aborreciendo de a poco esa manera altanera de ir por la vida restregándoles a todos su suerte, de portar el ego como estandarte, del ganar como sea, del bla bla bla…

Heme aquí ahora convertido en un pesimista empedernido. Un pesimista que se ríe de sus tropiezos y se ufana en silencio de su condición. Alguien que aprendió a conllevar ese estilo, incurable, perdido; que siempre le pone la fichita al débil, al que va en inferioridad de condiciones, al que se supone será el perdedor.

Un pesimista que evita en lo posible juntarse con otros pesimistas, porque dos o más pesimistas juntos son de lo peor.

Un pesimista que de tanto dar vueltas en una mapegadaro el mundo se le hizo pequeño. Un pesimista que se empeña en girar en sentido contrario a las agujas del reloj. Un pesimista que por mucho que corra siempre llega de segundo. Un pesimista que al final no quisiera tener la razón.