Ayer se cumplieron tres semanas de su nacimiento. Hoy domingo, nublado, gris; suspiro aliviado mientras camino al bote de basura, contemplando la montaña y el aire denso suspendido sobre su blanca cima y a lo lejos su cimiento desnudo con aparente brotes de verde, aunque de cerca no sea más que piedra y mala hierba.
Hace tres años, todo era de este mismo gris, y yo más que suspirar aliviado resentía, porque otra vez el procedimiento había fallado.
Como cambia la vida de un instante a otro, ayer era yo el que fumaba y el que quería esconderse en el vicio y las no ganas de vivir.
Hoy, una fuerza superior me exige atención y me pone los nervios de punta.
Mañana, su sonrisa y sus abrazos me darán la felicidad que alguna vez soñé.
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