Son las 10 de la mañana y no ha pasado nada, nada extraordinario quise decir.
En el Hospital General, hace par de horas alguien dio a luz en el estacionamiento, en una sala de parto improvisada. No había cama disponible y las enfermeras la mandaron a darse otra vuelta por ahí, la enésima en las últimas 4 horas. Esta vez bajó a las áreas verdes y quizá por tanta naturaleza sintió como ganas de orinar, y sabía que esas ganas no eran normales y que el baño estaba muy lejos, inalcanzable, más la cola que siempre había en la puerta. Tomó la decisión más fácil, sin pensarlo dos veces. Y mientras orinaba sintió un flujo extraño, cuando miró ahí estaba la cabeza: afuerita. ¡Gritó fuerte!, su hermana que estaba cerca también vio la mollerita y salió corriendo al pabellón. Las enfermeras como si nada, porque no pasaba nada extraordinario, vinieron al estacionamiento; eso sí, caminando apuraditas y con las herramientas que tenían disponible: manta y ventosa. Los guantes, gasas y todo lo demás corría por cuenta del paciente.
La parturienta entre pujos y gritos, le dijo a la hermana que pendiente de sus sandalias y del gatorade.
La enfermera, con un gesto de desaprobación le dijo a la colega: "tan pilas que se las dan..."
En el Hospital General, hace par de horas alguien dio a luz en el estacionamiento, en una sala de parto improvisada. No había cama disponible y las enfermeras la mandaron a darse otra vuelta por ahí, la enésima en las últimas 4 horas. Esta vez bajó a las áreas verdes y quizá por tanta naturaleza sintió como ganas de orinar, y sabía que esas ganas no eran normales y que el baño estaba muy lejos, inalcanzable, más la cola que siempre había en la puerta. Tomó la decisión más fácil, sin pensarlo dos veces. Y mientras orinaba sintió un flujo extraño, cuando miró ahí estaba la cabeza: afuerita. ¡Gritó fuerte!, su hermana que estaba cerca también vio la mollerita y salió corriendo al pabellón. Las enfermeras como si nada, porque no pasaba nada extraordinario, vinieron al estacionamiento; eso sí, caminando apuraditas y con las herramientas que tenían disponible: manta y ventosa. Los guantes, gasas y todo lo demás corría por cuenta del paciente.
La parturienta entre pujos y gritos, le dijo a la hermana que pendiente de sus sandalias y del gatorade.
La enfermera, con un gesto de desaprobación le dijo a la colega: "tan pilas que se las dan..."
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