Y no miento con esta frase, cuando falta el amor sobra el entendimiento.
El amor es inversamente proporcional al entendimiento, y vaya que no miento.
Ella mientras me amaba me justificaba, sin reclamarme.
Después, cuando me reclamaba, era porque ya no me amaba o estaba dejando de amarme.
Se refería a mi como uno más de todos los hombres, idéntico a los demás.
No se fijaba que yo era diferente, ella solo veía lo que tenía entre la sien y la frente.
¿Acaso una bacinilla que jamás ha sido usada, nueva sin estrenar, se puede considerar menos pulcra para tomar agua que un vaso ya usado y sin lavar?
Pero la bacinilla es bacinilla y nadie la va siquiera a mirar. Nació condenada por los estereotipos y bacinilla inmunda será hasta la eternidad.
Así me veía ella a mí, dejándose llevar por las apariencias y por sus evaluaciones de mi ascendencia familiar.
Y basto que le dijera que todo lo nuestro era una ilusión para que se marchara sin mirar más nunca atrás.
No me dejo siquiera terminar la frase: que para mí era una ilusión, un pensamiento no materializado; una palabra aprendida pero jamás dicha; sexo de ir y venir, sin acabar...
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