Yo güardo -a la vista- en el clóset libros y tú escondes zapatos entre la ropa.
Una vez te quitaste los frenillos que llevabas desde hacía un lustro sin avisarme y me di cuenta a la semana de tú llegada y, tú me perdonaste. A ti que te acuerdas de todo, se te olvido eso. Yo que soy distraído y desmemoriado a veces lo recuerdo. ¡Perteneces y pertenezco a una extraña minoría!
Vienes de Venezuela y me traes como presente "liubiliana". Presiento que te lo voy a agradecer aún más cuando lo lea. Yo te regalo una nueva indiferencia respecto a que esta vez no me di cuenta de que te teñiste el cabello. Apelo a un pobre recurso como excusa: "mí ensimismamiento es la mayor garantía de mi fidelidad para contigo".
Siempre fuimos tan extraños...